Tamalameque

Diego Pantoja

 

 

En la orilla del río Magdalena,

donde la luna se baña en su espejo,

llora una sombra de fango y arena,

llora su pena, la Llorona en duelo.

 

Noche de duendes, de cantos y espantos,

en el caño Tagoto se oye su aliento,

brisa de llanto, de niños y santos,

lágrimas negras que caen en silencio.

 

Cerro del Mono, tu voz es de piedra,

guarda en tu entraña secretos de fuego,

tierra de ancestros, de furia y de guerra,

roja de sangre, de historia y de miedo.

 

Cacique altivo, raíz de la tierra,

ojos de llamas, piel de misterio,

tu grito vibra en la noche negra,

como un relámpago roto en el viento.

 

Río de magia, rumor de serpientes,

aguas doradas que tiemblan al alba,

corazón verde que duerme en la gente,

boca de siglos, de olvido y de calma.

 

Tamalameque, en tus calles de sombra,

bailan tambores de duendes y estrellas,

y en cada noche de luna redonda,

sueña tu historia con llamas eternas.

 

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