Tus ojos, dos brisas de fiebre y condena,
me aprisionan el alma con dulce rigor;
ninguna caricia, ninguna cadena,
me ató como ata tu feroz fulgor.
Tu voz es el eco que enciende mi aliento,
tu risa, el presagio de un mundo sin fin;
te llevas mis horas, te llevas mi tiempo,
y dejas mi vida rendida a tu piel.
Que ruja la duda, que ardan los sabios,
que muerdan su envidia los labios ajenos;
si amarte es locura, que cierren los labios,
pues solo en tu sombra mi pulso es eterno.
De pronto llegaste, furiosa y callada,
rompiendo la muerte que fue mi existir,
y ahora mi sangre te grita, entregada,
que todo en mi pecho nació para ti.
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Autor:
El Corbán (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 16 de marzo de 2025 a las 19:58
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Loresita, alicia perez hernandez, MISHA lg, El Hombre de la Rosa
Comentarios1
De pronto llegaste, furiosa y callada,
rompiendo la muerte que fue mi existir,
y ahora mi sangre te grita, entregada,
que todo en mi pecho nació para ti.
Excelente final de tu poema gracias por compartirlo.
Saludos y gracias.
Gracias a ti mi amigo, que tengas un bonito día.
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