GRIPE ANUNCIADA

Es el segundo día de una gripa anunciada; había olvidado cómo morir. Resucito con paracetamol y con cuidados del amol. Ayer perdí un bro, uno de esos amigos especiales, especiales por sus preferencias sexuales. No sé la causa de su muerte, pero sé que murió por disparos. Hoy escribo para recordarlo, para resucitarlo metafóricamente hablando.

Hoy me siento un poco mejor; estoy al 60% de mi yo interior. Los ojos me lagrimean al agarrar el celular. Pongo música de instrumental para relajar mi paladar mental, mientras escribo lo que dictará mi occipital.

Alguien me refirió que ya no escribo. Para justificar lo erróneo, mencioné que sigo en matrimonio con la poesía y el armonio. Lo hago desde que asistía a terapia del lenguaje, no porque lo necesitaba, sino para cambiar el habla. Ya que voy rapeando cuando leo cualquier palabra.

Cómo ahora, pero no mentiré: sí la dejé, pero sigo anclado al lápiz y papel. Ahora dreno con bocetos, lienzos.

Estoy aprendiendo la teoría del color, así como aprendí la teoría del caos. Compré 30 hojas Canson, varios bolígrafos, acrílicos y colores neón; pinté varias aves, aún me falta el león. Este año aprenderé anatomía, perspectiva y, por qué no, un poco más de poesía.

Observo el cadáver de un mosquito estampado en la pared; no hay pigmentos de sangre, pero sé que se ve bien con el fondo verde pastel. Pegué un formato del círculo cromático y, en la ventana, una guayaba pudriendose, de color monocromático. Siento calor por culpa del cambio climático, y eso que llueve; el invierno no está leve. Mi nivel es nueve; seré breve: falta uno, y con nieve, el relieve.

A los diecinueve no consumía ni bebía; estaba dedicado al fútbol y su filosofía. No había chance para el mestizo, ya que solo afros convocarían. Dejé aquella vía, conocí a María junto a la lleca; entendí la mueca, detesté la coca. La conocí con una loca; ella besó mi boca, el tórax toca-toca. Yo escribo porque me toca.