Según un proverbio antiguo,
que sigue hoy día vigente,
del roce nace el cariño;
por roce, el trato se entiende.
Como todo en esta vida,
también esto es relativo,
es cosa bien conocida
que hay mucho roce lesivo,
no naciendo de tal roce
cariño precisamente,
ni una pizquita de goce,
nada agradable se siente.
Sobre este tema vidrioso,
llegó a mis ojos un día
un comentario jocoso
que con sarcasmo decía:
Las columnas del garaje
rozan tanto con mi coche,
que eso en orgía salvaje
temo que acabe una noche.
Bromas aparte, este tema
merece ser matizado,
distinguir vale la pena
entre roces muy variados.
La fricción, el rozamiento,
es de gran utilidad,
evita el deslizamiento
y asegura el caminar.
Los arañazos son roces
de las uñas en la piel,
hay arañazos atroces
rascar es rozar también.
Suave roce es la caricia,
que es de cariño señal,
tántrico roce es delicia,
lúbrico goce sexual.
En el trato personal
el buen rollo se agradece,
cuando hay cariño es genial,
si hay maltrato, se padece
y eso siempre acaba mal.
En la simple convivencia
el desgaste es natural,
se da el roce con frecuencia.
Friedrich Nietzsche ya decía
que, con menos convivencia,
un matrimonio tendría
más chance de pervivencia.
Yo, que el cariño hace el roce,
más que al contrario, diría.
Ese refrán desconoce
la erosión del día a día.
@ Xabier Abando, 15/03/2025
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Autor:
Xabier Abando (
Offline)
- Publicado: 17 de marzo de 2025 a las 12:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Miguel Reyes, Alfonso J Paredes, EmilianoDR, alicia perez hernandez
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