Dios en la tierra

Voy caminando o trotando desquiciadamente
Evadiendo todos esos pares de ojos, a veces
Uno solo, que también me esquivan comúnmente
Mirando toda la pila, el montón de huesos y de eses

Dios que nunca me contesta el teléfono, quizá contrató
Una empresa internacional, de esas que no miden los riesgos
De esas que no les importamos, de esas que se sienten dios
No le llamo hace tiempo, desde que Nietzsce lo mató

Sin embargo remarca su indiferencia de manera indiscreta
Intuyendo los excesos, los equilibra con sus tretas
Dinero y pobreza, inocencia y perversión, sueños y realidad
Estamos todos corriendo, desquiciados por un poco de caridad

Por un lado aceptando cualquier empleo, cualquier oferta
Por el otro aceptando cualquier sustancia, cualquier deidad.