Por cuestiones personales, estaré ausente durante un tiempo.
Cuando entré en el cuarto, la oscuridad me golpeó la cara como una ráfaga de aire frío. Seguí a tienta hasta tropezar con la cama, alargué una mano, al tiempo que me agachaba, para asegurarme que estaba donde siempre estuvo.
Una negrura saturada de humedad, un enigma amenazante, me rodeaba. El olor a rancio, de aromas caducados y mezclados por los años, era, como una advertencia, un aviso de que estaba entrando en un lugar, no sé si siniestro, pero sí parecido.
Armado de un valor más bien escaso, me senté en la cama, mis manos apoyadas en aquella fría y húmeda superficie. Mis pies, al igual que mis rodillas, juntos, como temiendo separarse y dejar entrar lo desconocido. En mis ojos, un vacío espeso, casi metálico.
A través de la puerta se dejaba ver una débil claridad. Había recorrido un largo pasillo hasta llegar a donde ahora me encontraba, y la poca luz que me llegaba, era de la puerta de entrada y unas ventanas tapadas con unas viejas cortinas.
De pronto, la fría y húmeda oscuridad, se apoderó totalmente de todo mi entorno. No supe cuál de las dos puertas se había cerrado, pero presentía, que fue la de este cuarto, el olor, a rancio de aquellos aromas caducados por los años, se hizo más intenso.
Cerré los ojos; al fin y al cabo no iba a ver nada. Cerré las manos y, sin apartarla de aquella fría superficie, me quedé como si estuviese agarrando un pasado lejano y amargo. Entre mis dedos, unas sábanas se arrugaban y en mis pensamientos, los ecos de unos pasos.
No sé el tiempo que estuve allí sentando, con los ojos cerrados y mis dedos aferrados a un sueño extraño. Ni sé cómo había llegado, presiento, ahí siguen los ecos, que sí he vuelto a este lugar, es porque algo de mí había dejado y me estaba llamando.
***
Claridad.
Había claridad antes de su llegada,
sabía bien todo lo que me faltaba;
fueron tiempos de romper amarras.
Esos que median entre la soledad,
tierra media donde se ve la claridad
y el punto de llegada, extremo y final.
Volver a empezar con fuerzas renovadas, punto de partida sin la vieja mochila, sentirse desnudo sin temor al frío. Todo puesto de relieve tras la trasmutación de los deseos, ateridos y paralizados por falta de calor. Sombra alargada en que la claridad se encarga de hacerme ver las dos caras de una realidad. Oscuridad y claridad.
Había claridad antes de tu llegada
sabía muy bien que tú me faltabas.
Fueron tiempos de romper amarras
para poder ser en ti lo que deseaba.
Todo clarificado, cuando apareces
con tu luz radiante y le desmientes:
Ese ente invisible que me deciente.
Me mata, me hiela, me desvanece.
Cuando entré en el cuarto, la oscuridad me golpeó la cara como una ráfaga de aire frío. Seguí a tienta hasta tropezar con la cama, alargué una mano, al tiempo que me agachaba, para asegurarme, sin necesidad, de que estaba en el mismo sitio.
Todos eso y más, me decía ayer, hoy, frente a una puerta abierta que deja pasar la claridad de una nueva realidad, una silueta enmarcada, es barrera que me impide penetrar en la penumbra de ese ayer, que ya no me pertenece.
Cuando vuelves a un lugar y piensas que es porque algo que dejaste te llama, en realidad es como poner punto final a algo que se quedó sin cerrar. Quizás una herida abierta, que necesita ser sanada, o liberar un dolor oculto entre los árboles del tiempo. O quién sabe si reanudar o continuar lo que se quedó a medio camino.
***
Amor, dime qué ves del ayer.
Eché la vista atrás y lo que vi:
una puerta abierta y otra cerrada:
La oscuridad que se desvanecía
tras una claridad que me devolvía
y lo que había quedado en el pasado
pensando que ya de nada servía.
La miré y vi tanta claridad en ella
que, más que tratar de responder,
alargué mis anhelos para que viera
en ellos, como su luz, eran huellas
aspiraciones recientes de crecer
en su vida y a su sombra, vencer
…, las oscuridades de un ayer que ya no me inquietan, hay una puerta con su silueta enmarcada y tras ella, detrás de su imagen, nítida y clara, su luz, claridad celestial que me hace ver que si algo del pasado me llamó, fue mi corazón que necesitaba ser rescatado y ella lo hizo posible.
Reseña para oscuridad, y por qué no, también para la Claridad.
Nadie se podrá alejar de un dolor si tiene miedo a la memoria. Se puede cerrar una puerta, pero de nada valdrá si lo que queda dentro es un corazón que necesita ser rescatado.
Si el miedo es un depredador que se alimenta de dolor y se viste de soledad, y, además, es el carcelero que tiene en su poder la llave que impide la libertad.
¿A qué esperar para armarse de valor y vencer de una vez por todas el temor?
Abrir las puertas, rescatar al corazón y que, por fin y para siempre, pueda volar en libertad, sin miedo a la oscuridad, con la ilusión y la esperanza puesta en la Claridad.
No me pidas, amor, que yo te olvide
si es que acaso al ocaso estás llegando
que si largos los años vas cuajando
más lo serán aquellos que presiden
la sutil juventud que tú reincide
más jamás se podrán ajar pausando
en el paso cansado de los años
la belleza que aflora y por ti anide
la frágil flor que brota en mis orillas
¡Cuál eterna verdad de la belleza!
Que atesora la sal de mis semillas
Esas yemas jóvenes tuyas; veza
juventud, por ser tú y yo, ser astilla
de la rama florida que las besa …
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Autor:
Antero (
Offline)
- Publicado: 19 de marzo de 2025 a las 07:06
- Comentario del autor sobre el poema: Muy buenos días. Abrazos a tu corazón con mis mejores deseos de paz, amor y claridad en tu vida.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna, alicia perez hernandez, José López Moreno., Freddy Kalvo
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