Dar paso a lo nuevo

Cora_poe

Se detuvo en la profundidad de un frío amanecer, eran excesivas sus inquietudes y el cansancio la había debilitado hasta tal punto que no era capaz de hablar con la sinceridad de a quién le sobrevienen diversos asuntos incomprensibles aunque, sabía de antemano, que relataría con dedicación algunas de aquellas extrañas sensaciones, por un lado preciosas y, por otro, sin embargo, demasiado dramáticas, actitud que la hacía inundar sus ojos de lágrimas con gestos sencillos y afables de la naturaleza. 

Sentía un amor inigualable por algunas compañías que ya no se encontraban a su alrededor pero, con las que había compartido alguna intensa fase de su vida. Le profesaba adoración en grandes cantidades a su madre, quien lo era todo para ella. Le dedicó sus afectuosos pensamientos en la fugacidad de un instante a la inexplicable conexión con su pareja y, respecto a sus antiguas relaciones, sin importar la durabilidad ni los acontecimientos, sentía que ellas junto a su energía vital, habitaban en su corazón, en lo presente, lo pasado y lo futuro, en lo vivido y lo que quedaba por vivir. Le influía la ternura, no sólo la propia sino la ajena, así como sus experiencias. Algunas, las imaginaba y las presenciaba de forma tan real que sin existir, las admitía como verdaderas. Podía sentir el amor de los demás hacia sus hijos, hacia sus antiguas relaciones, aquellas que ni había conocido. Podía sentirlas de manera inversa también. 

Existían una serie de sensaciones que era incapaz de ordenar y comprender pero, lo que había descubierto en este estado era que ir con el corazón abierto y lleno de amor, le parecía algo complicado de mantener a lo largo del tiempo. Para remediarlo se apegaba a las formas, a lo superficial, a aquello que le permitiera construir una especie de protección impenetrable, mirándose a sí misma en la lejanía, entendiendo que así, perdería la intensidad de sus emociones y lo auténtico en ella se subordinaría a lo estático. Quería mantener este estado de amor, paradójico, dónde no debía permanecer en guardia y, dónde la compasión se desprendía de su cuerpo a través de los orificios de su piel pero, sabía que su corazón, tarde o temprano volvería a sellarse en cuanto se dedicara a la planificación y a la consecución de sus objetivos personales. ¿Cómo podría recurrir cada día al estado de plenitud sin máscaras ni corazas en su corazón? ¿Sería aconsejable para ella hacerlo? ¿Se volvería demasiado sensiblera? ¿Cómo compaginaría una vida de tan profundo calado con sus compromisos? Necesitaba, en el silencio encontrar, el justo equilibrio entre ambas partes para su crecimiento, para  transformar su camino y el entorno. Y… así, el proceso volvió a comenzar porque sabía que podría alcanzar y vivir en su ideal de fraternidad.

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