El abrigo que dejaste en mi silla

Asad

El invierno llegó sin preguntar,
las noches se hicieron más largas y frías,
y ahí sigue tu abrigo, sobre mi silla,
como un fantasma que no se quiere marchar.

Aún guarda el aroma de aquella despedida,
las sombras de risas que fueron vividas en el ayer,
pero ahora es solo un testigo silencioso,
de todo lo que no pudimos ser.

Lo veo colgado, inmóvil, intacto,
esperando un cuerpo que no volverá,
con las mangas vacías, con el cuello doblado,
como si aún recordara tu forma al andar.

A veces me siento frente a su sombra,
le hablo en susurros como te hablé a ti,
le cuento del mundo, de cómo ha cambiado,
de todo lo nuestro que nunca entendí.

Y pienso en tus manos abrochando los puños,
en cómo temblabas al verlo caer,
en todas las veces que lo olvidaste,
pero siempre volviste por él.

Ahora es distinto, ahora es ceniza,
ahora es invierno dentro de mí,
porque aunque el abrigo aún siga esperando,
tú nunca has vuelto por lo que dejaste aquí.

Podría tirarlo, podría perderlo,
pero hacerlo sería perderte otra vez,
así que lo dejo donde lo olvidaste,
esperando que el tiempo lo haga volver.

Y si un día regresas, tarde y callada,
buscando refugio en este rincón,
quizás aún encuentres tu viejo abrigo,
pero no habrá nadie que le dé calor.

Ver métrica de este poema
  • Autor: Asad (Online Online)
  • Publicado: 19 de marzo de 2025 a las 21:52
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 2
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.