LA FIESTA ESPERADA

Mi cuaderno de pastas azules, esta tristes y seco como un rio sin cauce. Todo alrededor, parece como en un impasse. Nada suena. El bolígrafo al caer, pareciera que cae sobre algodones, tampoco hace algún ruido y así voy buscando el silencio hasta que llego al nido de la afonía, que se erige como serpiente lista a saltar, para acallar, hasta mi guitarra.

Soy bueno, para buscar palabras escondidas detrás de otras letras, pero buscar poesía en una hoja en blanco, eso si que no se me da. Puedo reparar sus gestos en lo que escribes, en tus gestos escondidos en cada imagen, en tu andar despacio en cada soneto, acompañarte en cada estribillo, ofrecerte una canción y esperar tu sonrojar y la risa callada.

Una imagen, una letra tuya que aparece en mi horizonte, son como un imán que jala y organiza las letras que yacen en un cajón de mis sueños y poco a poco se van formando en una sintáctica fila que dan oralidad a un sentimiento que solo Tú sabes llamar sin nombrar, pero que, al aparecer, haces posible el inicio de lo que después se hace poema.

Quiero verte y leerte de nuevo. Que salgan tus letras a danzar al escenario nuestro: no importa que calles mi nombre, que ignores mis letras. Eso nunca ha sido importante desde que supe que, a escondida, teniendo por testigo la luna y me lees con atención, también descifras cada letra escondida. Supe por un colibrí, del regocijo de tu corazón al leerme.

Cuando vengas. Haremos una fiesta, mi cuaderno azul, volverá a su color esperanza. De nueva cuenta mi corazón saldrá a la pista y como otras veces danzaremos salsa, liberando los demonios contenidos y la suavidad de tus caricias textuales recorrerán cada una de mis angustias pretéritas, futrando la lluvia de estrellas, que esta tarde promete ser un bacanal.

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO