La Elegía del Diario Perdido

Asad

En la oscura habitación, un grito en agonía se oía,

el tiempo se paró y el silencio reinó.

Era él, aquel que sabía del fulgor de mi vida,

y ahora moría por ver ese día

en que con tinta pintaron el inicio de su vida.

 

Era él, el registro de las vidas que creí olvidar,

aun en agonía siempre esperó.

aquel testigo de las llegadas y partidas,

de mis latidos sin vida,

aquel que con tinta guardó

lo que un día mi mente borró.

 

Sabía que todo se extinguía,

que nada llenaría las hojas que en blanco yacían.

Aunque su dueño un día de agonía moría,

tanto tiempo esperó que recordara

que él existía, pues en su infeliz partida

el polvo llenó las páginas que un día escribía.

 

La mitad de él era alegría,

la otra mitad, agonía,

tanto tiempo cargó con lo que él sentía

que ya no sabía si el sufrir era de él o del que escribía.

 

Quién diría que sufría de esperanza y alegría,

de esa afección padecía,

ya que aquel diario de esperanza murió

porque la alegría nunca llegó,

y esas hojas en blanco nunca conocerían

aquel final que querían.

 

Su deseo, el deseo de que algún día

el poeta regresaría a fundir en su vida

el color y calor del día,

para ahogarse en los días de alegría que él sentía

cuando ella sonreía.

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Comentarios +

Comentarios1

  • ElidethAbreu

    Gracias Asad, me ha encantado y que triste pero hermosos versos finales.
    Abrazos



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