El viento arrastra los restos de un ayer que nunca tuvo futuro. Se cuela entre las rendijas de una casa que no es hogar, que nunca lo fue. Las paredes transpiradas de humedad escucharon todo: los gritos que partían el aire como vidrios rotos, los insultos que caían como golpes, las promesas vacías que morían antes de nacer.
la tele seguía prendida, escupiendo imágenes que nadie veía. Afuera, se escuchaba como el perro ladraba, asustado o acostumbrado, como todos. En el piso, un vaso hecho trizas, en la mesa, un cenicero repleto. Y en un rincón, ella mirando, sin saber si moverse o desaparecer.
las voces subían y bajaban, los portazos temblaban como si la casa misma tuviera miedo. Nadie era héroe ahí, todos peleaban, todos caían, y a los que no peleaban, igual los arrastraban a la guerra. La infancia no tenía lugar en ese campo minado.
Nadie es héroe en un campo de batalla donde el enemigo es la propia sangre. Nadie gana cuando las guerras se libran en la mesa del comedor, cuando las palabras pesan más que los puños y los silencios son trincheras donde se esconden los que aún no aprendieron a defenderse.
Los ojos de la infancia vieron demasiado, entendieron lo que nunca deberían haber entendido. La inocencia no tuvo lugar entre vasos rotos, entre puertas que se cerraban con furia, entre sombras que se movían de un lado a otro como fantasmas enojados.
Y al final, cuando todo se apaga, cuando los cuerpos caen rendidos por el desgaste del odio, queda solo el viento, llevándose el eco de lo que fue. La vela se desvanece en el viento y ella quedaba sin aliento, porque a veces, el peor castigo no es el ruido, sino la ausencia de todo.
- Autores: malena quiroga (Seudónimo)
- Se ve: Todos los versos
- Publicado: 22 de marzo de 2025 a las 20:14
- Límite: 10 estrofas
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- Categoría: Sin clasificar
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