El Arte de no ser nadie

karonte

Aristóteles susurra con desgana:
“No digas, no hagas, no seas nadie,
así evitarás la daga cobarde
de bocas que disparan sin mañana.”

Qué cómodo el consejo del prudente,
caminar por la vida con sigilo,
sin alzar la voz ni arriesgar el brillo
por miedo al juicio cruel de la gente.

Calla, obedece, encoge la estatura,
vuélvete sombra, espectro sin pecado,
un fantasma pulcro, bien adaptado,
que no incomoda ni deja fisura.

Pero dime, maestro del equilibrio,
¿qué virtud hay en ser puro vacío?
¿De qué sirve esquivar el desafío
si el precio es vivir como un exilio?

Prefiero el grito, la acción, el exceso,
la lengua afilada, el paso torcido,
ser criticado, odiado, maldecido,
antes que extinguirme sin un proceso.

Que hablen, que ladren, que el lodo revienten,
¿qué importa el ruido de almas pequeñas?
Sólo tropieza aquel que deja huellas,
y el que no es nadie… tampoco es gente.

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Comentarios +

Comentarios2

  • Santiago AlboHerna

    coincido

    • karonte

      Gracias mi estimado Santiago, por siempre dejar una huella en mis humildes escritos, recibe un fraternal abrazo amigo.

      • Santiago AlboHerna

        tu enorme cordialidad y sabiduría me atraen siempre a tus poemas, abrazo grande

      • Martellus

        Excelente, tanto la obra como la forma en que la expresa. En filosofía muchas perspectivas son válidas, y en mi opinión esa actitud de "cobardía" en los enunciados aristotélicos son una fuerte crítica hacia su mensaje, pero quizá también dijo un pensamiento mediador, si no quieres ruido haz silencio; a veces sirve..
        ¡Y se agradece que compartas esta bonita reflexión!

        • karonte

          Agradezco profundamente tus palabras, poeta. Coincido contigo: en filosofía no hay absolutismos, solo un vasto campo de perspectivas, y cada mirada revela matices distintos.

          Lo interesante de los enunciados aristotélicos, como bien señalas, es esa tensión entre el ideal del "justo medio" y la crítica implícita que puede hacerse a la tibieza, a la comodidad del silencio cuando el ruido incomoda. Tal vez Aristóteles buscaba un equilibrio, pero también es cierto que, a veces, el silencio se vuelve cómplice, y el ruido necesario.

          Prefiero cargar con el estruendo y la sombra, que callar por encajar.

          ¡Gracias a ti por sumar tu mirada!



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