Mirada eterna de amor

EDGARDO

Tus pupilas, umbral de terciopelo,

donde el alma, en sosiego, se guarece,

narran secretos de un amor sin velo,

un edén donde el dolor se desvanece.

En tus ojos, crisol de miel y brasa,

un anhelo infinito se revela,

un juego eterno, donde el tiempo pasa,

y el amor, cual fénix, siempre vuela.

¡Oh, musa mía! ¡Qué ansias me devoran,

por proclamar que en mi alma tú resides!

Ni el hado cruel, ni tiempos que desdoran,

mi afán por ti, jamás podrán divides.

¡Ven, doncella! Juntos emprendamos vuelo,

hacia el edén donde el amor es ley,

donde nuestros espíritus, sin duelo,

se funden en un éxtasis sin grey.

En el silencio de tu aliento puro,

los miedos huyen, sombras disipadas,

un juramento eterno, cual seguro,

que las estrellas, siempre renovadas.

No importa el sino, si el cielo o el abismo,

en cada paso, nuestro amor florece,

cual laurel eterno, en dulce lirismo,

donde el alma, su paz restablece.

Que el tiempo, vil ladrón de la alegría,

no robe el fuego que en nosotros arde,

que cada instante, cual dulce melodía,

nos salve del olvido, que nos tarde.

Y al despertar, con la aurora naciente,

que pinta el cielo de un sutil rubor,

sepamos que este amor, eternamente,

nos une en un abrazo, cual fulgor.

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  • Autor: Edgardo (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de marzo de 2025 a las 01:30
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 11
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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