Este silencio no me pertenece a mí,
sino a las noches de breve reposo
y cansancio interminable,
a la muerte de cada día
y la resurrección de todas las mañanas,
a los órganos que esperan la jubilación
bajo la cuadriculada camisa del burócrata,
a la espera de la hora en que terminan
las jornadas de pena sin gloria.
No, este silencio no es mío.
Si pongo el oído sobre mi vida,
escucharé una lumbre generosa o un infierno,
un corazón alertado por sus propias campanadas,
un mar que mis pensamientos han volcado
contra sí mismo y en cuya sangre navego
a la deriva como una tabla rescatada por las olas.
A pesar de lo que diga este silencio ajeno,
adentro se oye todavía crepitar el fuego,
galopar los latidos, chocar la marea lujuriosa,
porque aquí las palabras siguen volando huracanadas
y agitando llamas, bestias, oleajes
en su rumbo hacia el destino que algún sueño me concede.
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Autor:
David H. Rosales (
Offline)
- Publicado: 23 de marzo de 2025 a las 21:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, EmilianoDR, ElidethAbreu, MISHA lg, Alfonso J Paredes, El Hombre de la Rosa, pasaba
Comentarios2
Me describiste hermano.
Me encantó tu poema. ✌️
¡Muchas gracias por la lectura y por el comentario!
Aunque así lo creamos, no nos pertenecemos pues somos tiempo y, tarde o temprano sigue su camino y nos deja atrás. Buena inspiración, me ha gustado. Saludos.
¡Un saludo! Muchas gracias por el comentario.
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