Como una diosa griega
una flor de ultravalle nunca niega
mi momento y mi gozo.
Alzar tu falda y en la piel ardiente de tu pierna
con mi mejilla una caricia eterna
y ante mis ojos la ideal blancura,
un rastro de humedad que dormirá en tu ombligo.
Tus manos contagiadas de ternura ,
el amor en tus pechos,
la pasión de mi instinto que llevaré contigo,
los sueños fatuos quedarán desechos;
en ese recoveco de inventarios galantes
la semi oscuridad en un vislumbre
de madurez, con los anhelos de antes
resumida, en esa hora con la lumbre
de esta luna de casa oportunista;
tendida en el diván de mis antojos
desnuda tú con la presencia de mi vista:
un surrealismo de placer y ojos.
En esa convicción
cuando digo tu nombre mientras beso
tus labios fatigados de embeleso,
tus senos en prisión
de mis manos aún sin concluir la danza
en juego pseudo humano
cuando inicia el verano
la sed que no soporta su mudanza.
Marcos H
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Autor:
poetasinalma (
Offline)
- Publicado: 24 de marzo de 2025 a las 09:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: nachosol, WandaAngel, EmilianoDR, alicia perez hernandez
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