En el último escalón

José Luis Barrientos León

 

Creí, que me encontraba en el último escalón

levantando el puño al viento en honor a lo vivido

de pie, sin hincarme en adoración o fanatismo

sin pedir perdón por mi existencia

por la confitura saboreada sensualmente por los labios

o la libertad del cuerpo desnudo

cegando la sombra de otro cuerpo

 

Creí, que dentro de mí no quedaban secretos

que la ceguera de las sombras se disipaba con los años

y que la mano debilitada se excitaba con el amanecer

con la oceánica sensación de esperanza

como la vela que palpita cuando la acaricia el viento

o el árbol que se estremece cuando trina un ruiseñor

 

Creí, que la vida se consumía lentamente con los recuerdos

en un andar de imágenes encaminadas hacia la muerte

añorando un rayo de luz entre la penumbra

cómo enigma del tiempo que se avecina

donde quizá sobrevivan los poemas

los besos sin dolor y sin lamentos

 

Creí, que me encontraba en el último escalón

sin nombres, sin voces

con el golpe del viento alejándome de los rencores

declinando el olvido

alejándome del invierno

dejando caer la noche sin criaturas miserables

como fantasmas que se inclinan ante el tiempo

aceptando la reducción a las cenizas

sin brazos, sin alma, sin recuerdos.

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