El bloguero frustrado empedernido

Piaf Godalhi

A William se le ocurrió la gran idea
de compartir sus pensamientos con el mundo,
pero era tan tímido que pensó hacerlo en secreto.
Entró a su cuenta de “Bluble”
y, a la derecha, observó un ícono cuadrado.
Allí encontró algo que lo sorprendió:
una aplicación llamada “Dlogger”
que prometía grandes ambiciones.

El primer día, ilusionado, comenzó a escribir,
relatando los hechos de la sociedad
con un pensamiento crítico.
Pasaron meses, pero seguía entusiasmado,
con bastante confianza en sí mismo,
desglosando cada acontecimiento que veía.
El tiempo se le escapaba:
las horas, los días…
y no encontraba saciedad.
Poco a poco, empezó a darse cuenta
del grave error que estaba cometiendo.
No aprovechó esas largas horas
en disfrutar las pequeñas cosas de la vida,
meditar, estar con los suyos,
con amigos, familia, conocer personas.

Aun así, no se convenció.
Decía que no le quedaba de otra
que seguir posteando artículos
sin recibir nada a cambio.
Una mañana lo encontraron muerto
frente a su ordenador.
Descuidado, pálido, mugriento,
en un estado de inanición.
Ese fue su amargo destino.

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