Un mundo sin poesía

Augusto Cuerva

 

En aquel pueblo olvidado, donde el polvo se confundía con los recuerdos y el tiempo parecía haberse detenido en un eterno mediodía, la poesía había desaparecido sin que nadie se diera cuenta. No fue un evento catastrófico, ni un terremoto que sacudiera las calles empedradas, ni un diluvio que borrara las huellas de los versos en los libros. Simplemente, un día, las palabras dejaron de cantar. Las metáforas se volvieron ceniza, los versos se desvanecieron en el aire caliente y las rimas se perdieron en el murmullo del río que ya no inspiraba a nadie.  

Los habitantes, acostumbrados a la magia cotidiana de las palabras, no supieron explicar qué había ocurrido. Las cartas de amor se volvieron frías y pragmáticas, los discursos políticos se llenaron de cifras vacías y las canciones de cuna perdieron su melodía. Hasta los pájaros, que antes gorjeaban con la cadencia de los poetas, callaron sus trinos, como si hubieran olvidado el lenguaje de los sueños.  

En la plaza principal, donde antes se reunían los trovadores para recitar versos bajo la sombra del gran samán, solo quedaba el eco de un silencio incómodo. La gente pasaba de largo, con la mirada baja, como si evitaran enfrentarse a la ausencia de algo que no sabían nombrar. Los niños, que antes jugaban a inventar rimas con las nubes, ahora corrían en círculos vacíos, sin risas, sin imaginación.  

Fue entonces que llegó ella, una mujer misteriosa con un vestido color de luna y una voz que parecía traer consigo el aroma de los libros antiguos. Se sentó en la plaza, abrió un cuaderno desgastado y comenzó a leer en voz alta. Al principio, sus palabras sonaron como un susurro lejano, pero poco a poco, el pueblo se detuvo a escuchar. Era como si el tiempo se hubiera reanudado, como si las estrellas hubieran vuelto a brillar en el cielo oscuro.  

La poesía había regresado, no como un trueno, sino como una brisa suave que despertó los corazones adormecidos. Y aunque nadie supo de dónde venía aquella mujer, ni cuánto tiempo se quedaría, todos entendieron que un mundo sin poesía era un mundo sin alma, un mundo donde las palabras no tenían alas para volar.  

Poema: 
Un mundo sin poesía

Un mundo sin poesía  
es un río sin corriente,  
un árbol sin raíces,  
un cielo sin estrellas.  

Es un silencio que pesa,  
una noche sin luna,  
un reloj que no avanza,  
una herida sin cura.  

Es un beso sin labios,  
un abrazo sin calor,  
un suspiro perdido,  
un amor sin dolor.  

Pero la poesía regresa,  
como el viento en la tarde,  
como el canto del mar,  
como el brillo del alba.  

Y en sus versos renace  
la luz de lo eterno,  
el susurro del tiempo,  
el latir del universo.  

Porque un mundo sin poesía  
es un mundo sin vida,  
y en sus palabras dormidas  
late el alma escondida.  

Autor: Augusto Cuerva Candela 
País: España, Madrid 
Todos los derechos reservados en Safe Creative

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1

  • alicia perez hernandez

    Un mundo sin poesía

    Un mundo sin poesía
    es un río sin corriente,
    un árbol sin raíces,
    un cielo sin estrellas.
    Es un silencio que pesa,
    una noche sin luna,
    un reloj que no avanza,
    una herida sin cura.
    ....
    Un MUNDO de bellos versos es tu poesía y tal como lo dice el verso que separe 'UNA HERIDA SIN CURA' Para eso esta la bendita poesía, sana, libera, ama, abraza, calma, sana toda herida como ir con un terapeuta. Hermosos versos que me dio gusto leer. Abrazos y saludos poeta



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.