Desconectados

Sandra Santos

En un mundo de pantallas y códigos brillantes,
donde las palabras danzan en teclas vibrantes,
hay alguien que observa, perdido en su rincón,
sin entender el lenguaje de la nueva conexión.

El clic es un misterio, el scroll una odisea,
y la web, un océano donde nada es de verdad.
Los textos ya no se leen, se deslizan, se saltan,
mientras él busca, en papel, su quieta verdad.

Su mente no sabe de hashtags ni de perfiles,
su mundo se limita a páginas y a miles
de libros que cuentan historias olvidadas,
y de cartas que nunca fueron enviadas.

Es un eco silente entre gritos virtuales,
su voz, apagada entre pantallas digitales.
¿Acaso la literatura ya no es palabra,
sino un código que se borra y se graba?

Pero en sus manos aún hay tinta y papel,
y en su corazón, una llama fiel,
que arde por historias que no necesitan Wi-Fi,
porque el alma del lector nunca muere, nunca se va.

Él no entiende el clic, pero entiende el latido,
y en cada letra escrita, se siente al fin unido,
a un mundo donde el verdadero saber
es aquel que no necesita red para florecer.

En las sombras de su casa, el hombre se esconde,
mientras las luces de las pantallas se imponen.
Los jóvenes hablan de memes y viralidad,
pero él no sabe de qué hablan, ni qué será verdad.

Cada notificación, un murmullo lejano,
una tormenta de imágenes que no entiende,
pero en su mente aún resuenan los ecos de un sueño,
un mundo donde el libro es su único dueño.

El dedo no sabe deslizar, pero su mente viaja,
en los márgenes de historias, en la tinta que trabaja,
y aunque el mundo cambia, él sigue firme en su lugar,
porque sabe que las palabras, aunque olvidadas,
siempre pueden iluminar.

Mientras el universo digital crece y se expande,
él sigue leyendo en silencio, con calma constante,
una novela que no se actualiza, pero que lo mueve,
y se da cuenta que en su alma, nada de eso lo quiebre.

Su desconexión no es más que un puente,
entre el presente de pantallas y el pasado que siente.
Porque aunque el mundo cambie y la red crezca,
él sigue siendo parte de una historia que nunca se apaga.

Así, desconectado, vive, pero no está ausente,
pues en cada palabra escrita hay un latido, un puente,
un vínculo invisible que ni el código puede romper,
porque la literatura siempre encontrará su ser.

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Comentarios +

Comentarios2

  • YA SABES QUIEN

    La moderna forma de hacer que el tema se vuelva poesía.

    Un gusto leerte.

  • Santiago AlboHerna

    siempre los cambios de paradigmas en las generaciones son difíciles, y algunos no sobreviven



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