"Siete pétalos en la arena" (Segunda carta: La Forja y la Tempestad)

karonte

Amada mía,

Hoy, cuando el alba aún no quiebra la noche y el viento acaricia con garras frías las murallas de Esparta, tomo este trozo de pergamino para que en él pueda desbordarse lo que el silencio no dice. Quiero que sepas cómo fue que este hombre, tu hombre, se templó entre piedra y sombra antes de cruzar el umbral de la guerra.

 

No nací rey, ni con la armadura tallada sobre la piel. Fui un niño más, con las rodillas ensangrentadas por las carreras entre espinas y con el hambre mordiéndome los talones. La vida me enseñó temprano que los dioses no obsequian regalos, solo pruebas disfrazadas de miserias. Crecí entre miradas duras, donde el llanto se castigaba más que la herida, y aprendí que la ternura es un lujo que pocos pueden permitirse.

 

La niñez fue un campo de entrenamiento sin tregua. Me golpeaba el sol y la tierra por igual, y cada caída era un maestro que susurraba: “levántate, no por orgullo, sino porque el polvo te pertenece menos que el cielo”.

 

Pero mi mayor lección no vino de la lanza ni del escudo. Vino de la soledad. Esa bestia silenciosa que duerme bajo el pecho y despierta en las noches largas. Allí entendí que el guerrero más fuerte no es el que hiere más, sino el que aprende a estar consigo mismo sin temer sus propios pensamientos.

 

Cuando te vi por primera vez, supe que la tempestad había valido la pena. Que toda la piedra que me cubría se haría polvo bajo tu risa. Y así comprendí que también el amor necesita valor: el valor de desnudarse del acero, el valor de entregarse sin escudo.

 

Hoy soy el hombre que la vida esculpió con martillo y fuego. Y te confieso, mi bien amada, que bajo cada cicatriz, bajo cada músculo endurecido, aún vive aquel niño que soñaba con algo más que guerras. Ese “más” tiene tu nombre.

 

Miro hacia el horizonte donde me llama el deber, pero antes quería dejarte esta carta, para que sepas que mi verdadera patria no es Esparta, sino el lugar donde reposa tu mirada. Donde la valentía no se mide por las espadas levantadas, sino por la promesa silenciosa de regresar, aunque sea solo a través de las palabras.

 

Siete cartas te escribiré, como siete pasos hacia el destino. Cada una será un eco de mi alma antes de que la sombra de los dioses me reclame.

 

Permanece fuerte. Permanece libre. Porque donde quiera que marche mi cuerpo, mi espíritu se queda contigo.

 

Con la pasión de un rey y la ternura de un hombre, Leónidas.

 

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios4

  • Alexandra l

    Toda templanza y arrojo del guerrero, en camino, toda la ternura, el amor del hombre a la sombra de su amada, conmovedora carta que trae a flor de piel emociones innegables, gracias por compartir, siempre un gusto leerte.

    Un saludo cordial, feliz día, Alex.

    • karonte

      Hola poeta Alex, tus palabras son un refugio para el alma, como siempre, tan acertadas y profundas. Me alegra saber que la carta ha tocado esa fibra sensible que a veces guardamos en lo más íntimo. Es un honor poder compartir mis escritos y más aún recibir tus comentarios llenos de sabiduría y cariño.

      Que tu día esté lleno de inspiración y serenidad. Es un gusto siempre leer tus pensamientos, y espero que nuestros caminos sigan cruzándose en este hermoso espacio literario virtual.

    • Dr. Salvador Santoyo Sánchez

      Buenas letras, siempre es importante la voluntad de amar y nunca olvidar el inicio del amor.

      Saludos poeta Shelby

      • karonte

        Estimado Dr. Salvador,

        Agradezco mucho su reflexión. Es cierto que la voluntad de amar es un faro que guía nuestras acciones, y nunca debemos perder de vista el origen de ese amor, la chispa que lo encendió. "Esas raíces profundas son las que sostienen todo lo que crece a su alrededor".

        Gracias por compartir su pensamiento, siempre es un placer intercambiar palabras con alguien que valora tanto la esencia del amor y la profundidad de la poesía.

        Saludos poeta.

        • Dr. Salvador Santoyo Sánchez

          👍👍👍🙋‍♂️

        • ElidethAbreu

          Karonte una niñez fue un campo de entrenamiento sin tregua es una imagen que queda en el alma, al igual que cada una de las lineas de tu carta.
          Abrazos, gracias y Loas al gran Leónidas.

          • karonte

            Su comentario poeta Elideth, es un regalo que reafirma la fuerza de la palabra escrita. Me alegra profundamente que la imagen de "una niñez como campo de entrenamiento sin tregua" haya dejado una huella en ti, pues esas imágenes nacen de la necesidad de desentrañar lo oculto, de revelar lo que se esconde en lo más profundo del alma. Cada línea de la carta de Leónidas aunque de manera surrealista, es como un eco de su lucha interna asomada en esta carta, fue escrita con el mismo fervor y pasión que el guerrero siente en su último adiós traspasando la realidad y la ficción en la misma.

            Gracias por tu lectura, por tus reflexiones y por ese toque tan especial que aportas a cada encuentro virtual.

            Saludos de amistad.

            • ElidethAbreu

              Muchas gracias karonte por tan apreciada respuesta.
              Saludos fraternos.

            • Sami Sanz

              Belleza de relato, con muchas imágenes que invitan a vivirlo.

              Saludos fraternos.

              Sami.



            Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.