A los problemas también debemos
la esperanza de resolverlos
y la alegría de su solución.
Una vez resueltos, nos esperan
nuevos tropiezos y el dolor
de estar cayendo siempre,
el miedo a caer, la tristeza
de saber que en cualquier momento
se puede rodar por el piso
y la impresión de andar despedazado
sin haber caído aún del todo.
Pero después aprenderemos
a querer nuestras heridas
y las veremos florecer en la memoria
como si nunca antes las hubiéramos visto
mirarnos desde nuestra propia carne,
y su aroma inmarcesible aspiraremos
como el viento de un paisaje imaginado.
Bendito sea el gusto de vivir
cuando se vive sin ganas;
bendita sea la nostalgia
que enmienda los errores,
perdona nuestras culpas
y desata los finales tristes
para que las ilusiones sigan
hilando el destino de los sueños.
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Autor:
David H. Rosales (
Offline)
- Publicado: 27 de marzo de 2025 a las 11:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Miguel Reyes, EmilianoDR
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