Jamás vi unos ojos
con tanta esperanza,
con tanta luz,
no era sino una luz,
que emanaba
de las profundidades del ser,
de la existencia, del todo.
Su resplandor cegaba,
¡pero el alma!,
era el testigo de un amor infinito.
Yo no he visto una mirada
tan dulce y feroz;
en mi vida, una verdad tan clara.
Era su mirada
un trozo de cielo envuelto
en misericordias y perdones.
Pero lo mejor es que
fui capaz de contenerme
en su alegato,
mis párpados inmóviles,
fueron leales a un tesoro
derramado a raudales.
La verdad estaba escrita
y sin embargo,
mi corazón tiritaba de miedo.
De un miedo
que me abrazaba y me hablaba,
serio pero riendo
por el clamor de su palabra.
Y yo lloraba y reía
y mi alma gozaba
por
una luz que ¡jamás!
de los jamases,
yo había visto en esta tierra.
Si la verdad absoluta existe
bajo el manto de la estratosfera,
esa fueron sus ojos mirándome
cuando mi alma moría
por respuestas.
Cómo no te voy a querer
si en cada átomo de polvo,
de lágrima y de risa;
de amores y veneno;
de muertes y nacimientos;
de rencores y perdones,
está esa luz de de tu mirada
que es la luz más linda y amorosa,
que se reflejaron en mi pupila
de tormento y desesperanza...
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Autor:
poetalibre (
Offline)
- Publicado: 28 de marzo de 2025 a las 05:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, Francisco Javier G. Aguado 😉, Antonio Miguel Reyes, Dr. Salvador Santoyo Sánchez, EmilianoDR, alicia perez hernandez
Comentarios1
Bello poema, gusto leerte.
Un saludo 🌹
El placer es mío.
Un abrazo!
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