En el jardín del alma, donde las rosas
despliegan su fragancia al evocar tu ser,
mi corazón, al fin libre de las losas
del dolor y el miedo, vuelve a florecer.
No ansío el amor, pues sé que a su hora
llegará, cual brisa suave y serena,
cuando el alma esté abierta, sin demora,
a amar sin reservas, sin ninguna pena.
Aún recuerdo el día en que te conocí,
y cómo el mundo entero se transformó,
el viento susurró un secreto para mí:
un amor paciente, que siempre me esperó.
Con cada aliento, me siento más completo,
dispuesto a entregarme sin condición,
mi alma se abre, cual río en su ímpetu secreto,
fluyendo sin cesar, con gran pasión.
No hay barreras que detengan este sentir,
ni muros que aprisionen su verdad,
mi corazón anhela solo tu latir,
Dunia, mi refugio, mi eternidad.
En el abrazo de tus brazos, hallo paz,
donde el amor es verbo, sin hablar,
un espacio sagrado, donde el tiempo se va,
y me entrego entero, sin dudar.
Tus sonrisas, tus risas, luz en mi sendero,
la prueba viva de que el amor existe,
cuando el corazón está listo, sincero,
la verdad palpita, y me hace sentir que insisto.
Como un viaje eterno, donde dos almas
se funden en perfecta melodía,
el amor florece, libre de calmas,
un abrazo eterno, que nunca se enfría.
Y lo sé desde el primer instante, Dunia,
mi corazón está listo, el tuyo también,
para este amor que nos une, sin agonía,
un lazo eterno, que nunca se va a romper.
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Autor:
Edgardo (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 29 de marzo de 2025 a las 00:09
- Categoría: Amor
- Lecturas: 6
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