Con la mirada triste y un vacío en mis manos
cabalgo el corcel de la noche sin sentido
mirando las manecillas del reloj de los años,
floreciendo en las estaciones del olvido.
¡Ay poeta vives en la grisácea penumbra
qué se desnuda al alba como flor marchita!
Un hondo silencio entonces la secunda
y deja una fría palabra en la piel escrita.
Vuelan por tu brumoso cielo golondrinas,
las golondrinas de la que escribió Bécquer
son tan negras como las añoranzas pérdidas
que se remolcó aquel mar en su lobreguecer.
Es desdén o mi dicha llevar está cruz
hacia el gólgota sin voces, seco y sombrío,
¡Condenado a esta existencia sin tu luz
a la bruma espesa sin querer cuando sonrío!
¿Y quién escuchará la oración de mis ojos
cuando llueva sobre aquel sueño de tu rosa,
quién respira el nardo tibio de tus hinojos
y contemple tu plétora belleza oh diosa.
Ven bendice con tus desdén la existencia mía
llévame a dónde nunca pronuncien mi nombre
borra cada rastro de ti, de mí, de poesía
silencia con tus besos las huellas de este hombre.
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Autor:
Escritor Nocturno (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 30 de marzo de 2025 a las 00:09
- Comentario del autor sobre el poema: Tan cerca y tan lejos aquí también te amo.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 8
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