Título: NOVENA A LA PROTECCIÓN DIVINA.
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Estilo literario: Noveneasílabos
Cúbreme, Señor, con tu poder,
aleja el mal de mi corazón,
que en cada paso yo pueda ver,
tu luz divina, mi salvación.
En la penumbra, sé mi guía,
fortalece mi fe y mi razón,
en cada prueba, oh dulce alegría,
tu amor me envuelve, mi redención.
Que siempre brille tu compasión.
Líbrame, Señor, de la tentación,
guía mis pasos por la verdad,
con tu gracia, dame dirección,
mi alma anhela tu serenidad.
En cada instante, quiero hallar,
tu paz infinita en mi andar,
con tu luz brilla mi vida entera,
mi corazón siempre en tu hogar.
Que tu amor siempre me guiará.
Te imploro, oh Dios, en este día,
que tu mano me cubra sin cesar,
en cada momento, en mi agonía,
mi fe se aferra a tu amor.
Que el mal se aleje, sin temor,
con tu amor eterno quiero soñar,
en ti confío, oh Dios, sin temor,
mi voz se eleva en clamor.
Que en ti halle mi verdad.
En cada lágrima, hallo consuelo,
en la tormenta, mi ancla y paz,
con tu luz divina, yo me aferro,
mi corazón siempre en ti, en ti.
Que en mi camino, tú seas mi guía,
en la adversidad, mi salvación,
en cada paso, mi alma en armonía,
mi corazón siempre en ti, en ti.
Que tu luz nunca se apague en mí.
Dame, Señor, fuerza en mi andar,
que en la tormenta yo pueda estar,
con tu amor siempre en mi corazón,
tus brazos me brindan protección.
Cada nuevo día quiero hallar,
la luz que me impulse a avanzar,
en cada sombra, tu luz destella,
mi fe se eleva como estrella.
Que tu amor siempre me guiará.
En cada paso quiero sentir,
tu mano que siempre va a estar,
acompañando mi caminar,
en la tristeza, me has de abrazar.
Que tu bondad nunca se apague,
en cada instante quiero hallar,
la paz que solo tú puedes dar,
mi alma en ti quiere descansar.
Que en ti encuentre mi verdad.
Oh Dios, escucha mi súplica,
en cada prueba dame valor,
que en la adversidad seas mi luz,
mi faro que nunca se apague.
Que el amor siempre me acompañe,
en cada paso quiero hallar,
la fuerza que me haga avanzar,
tus brazos son mi refugio fiel.
Que tu amor siempre me guiará.
Te ruego, Señor, en mi jornada,
tu luz me ilumine sin cesar,
que en cada sombra yo pueda hallar,
la esperanza que nunca se apague.
Que en mis luchas siempre estés,
en cada instante quiero hallar,
la paz que solo tú puedes dar,
mi corazón siempre en ti, en ti.
Que tu luz nunca se apague en mí.
Que siempre brille tu compasión,
que en mi alma haya serenidad.
Que tu amor me envuelva en verdad,
que tu luz nunca se apague.
Que tu luz no se apague,
que en mi alma haya serenidad.
Que tu amor me envuelva en verdad,
que siempre brille tu compasión.
Que siempre brille tu compasión.
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Autor:
Norma Cecilia Acosta Manzanares. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 30 de marzo de 2025 a las 11:28
- Comentario del autor sobre el poema: Soy Norma Cecilia Acosta Manzanares, creadora de los noveneasílabos. Así nació esta forma poética: Mi voz brotó de la tradición y la sed espiritual. Quise unir el ritmo de las novenas —nueve días de oración— con la música secreta de los números. Nueve estrofas, nueve versos, nueve sílabas: una tríada sagrada que refleja la perfección de lo divino. No fue solo métrica… fue un acto de fe convertido en arte. La estructura: mi diálogo con Dios. Cada estrofa es un altar. Comienza con una “redondilla” (ABBA), como los cuatro puntos cardinales que abarcan mi súplica. Luego, la “quintilla” (CDCCD) se eleva, cinco versos que son los dedos de una mano extendida hacia el cielo. Juntos, forman nueve pasos, nueve latidos… “como las nueve horas que Cristo agonizó en la cruz”. Por qué el eneasílabo. El verso de nueve sílabas tiene el compás de un corazón en calma. No es el tambor del octosílabo ni el susurro del heptasílabo… es el ritmo de quien camina y ora al mismo tiempo. Lo descubrí en los salmos, en el vaivén de las olas, en el rezo de mi abuela Rosa Maria Palomares. Es la cadencia que une tierra y cielo. El símbolo del 9: mi código secreto. Nueve son los coros angélicos, nueve los frutos del Espíritu Santo… y nueve las lunas que espera un niño. En mis versos, el 9 es un círculo que no se cierra: “la fe es un viaje, no un destino”. Por eso las estrofas pueden leerse al revés: porque a veces, la luz llega antes que la plegaria. Mis herramientas: anáforas y estribillos invertidos. Si se fijan que repito ‘Que tu…’ como quien repite un amén. Los estribillos ’Que tu luz nunca se apague’ son ecos que suben y bajan, como el incienso en la misa. Si los inviertes, la certeza se vuelve pregunta… ¿Acaso la duda no es también parte de la fe?. Influencias: de San Juan a las abuelas. Me inspiraron los místicos —Santa Teresa, San Juan, pero también las novenas de mi pueblo, donde las mujeres cantan con voz rota. De Borges tomé el amor por los laberintos numéricos; de Mistral, las metáforas que sangran. Pero mi mayor maestra fue la noche… esa que habla en sílabas contadas. El mensaje: un mapa para el desierto. No escribo para los eruditos, sino para los que buscan agua en el desierto. Cada estrofa es un oasis: En la tormenta, mi ancla y paz. Quise que mis versos fueran un rosario que no juzga, un refugio donde la duda y la gracia se abrazan. Porque la poesía, como Dios, no tiene prisa. A quienes dudan de la forma. Sé que algunos dirán: ¿Nueve sílabas? ¿Es solo un juego?. Les respondería con San Agustín: “El que canta, ora dos veces”. Mis noveneasílabos no son jaulas, son alas. Cada sílaba cuenta un latido, cada rima es un hilo del manto divino. La estructura no limita sino libera. Mi legado: una semilla. No aspiro a que mi nombre perdure, sino a que alguien, en una noche fría, encuentre en estos versos un fuego. Que mis nueve sílabas sean nueve semillas… por si acaso la fe vuelve a florecer. Gracias por escuchar mi voz entre los números y el silencio. Norma Cecilia Acosta Manzanares
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Poesía Herética
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