Pastoral incompleta
Afilados trinos desgarran las nieblas matinales
en campos de rubíes escarchados,
donde el rocío deja reposar sus sueños.
La libélula, en su danza de jade,
ensaya su prenupcial ritual,
hasta encontrar su atalaya en el junco.
El aire se tiñe de azules secretos
y
la memoria se enreda en flores.
Un soñoliento riachuelo
meandrea en lecho nacarado,
irisando las orillas con sus murmullos.
Golondrinas,
mensajeras de la bruma,
roban lodo en las márgenes,
dispuestas a renovar la antigua morada.
El hambriento sol
se abre paso degustando
los sobrantes de la mañanera niebla,
exigiendo su presencia
y
predominio en la escena,
teatro de vida y de muerte,
donde ancestrales árboles
proyectan famélicas sombras
sobre rocas de cuarzo y mica.
La subida del mercurio
aviva la sangre del lagarto,
cuyos milenarios ojos
reflejan los contornos de su víctima:
para el escarabajo, la suerte está echada.
Entre la maleza,
autovías bien conservadas,
dirigen a las hormigas a sus supermercados.
A la hora del ángelus
cae sobre los campos el tul de la calima:
los corazones dejan de palpitar
hasta después de la sagrada siesta.
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Autor:
MIGUEL CARLOS VILLAR (
Offline)
- Publicado: 30 de marzo de 2025 a las 12:51
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, alicia perez hernandez
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