Navegar por ti y en ti.

Llévame a navegar / por los mares de tu cuerpo, mujer / y déjame bucear / en lo profundo de tus versos / que soy quien te admira y te añora / deseando llegar a tus labios / con el caudal (mil deseos acumulados) / como miles son mis anhelos / que mis delirios / por tus mares navega / y a tus orillas doradas soñando llegan.

Anda, sirena mía / llévame a navegar / por los mares de tus sueños / y déjame desplegar / las velas de mis versos / que soy quien de lejos te mira / (marinero encallado en tierra) / con la quilla varada en un sueño / el puerto de tus ojos / Las velas atadas / con los rizos de tu pelo / y al pairo, mi corazón que por ti suspira.

Levanta el ancla, chiquilla, y zarpemos / que llegan vientos de cola / los que harán realidad / mis empeños / y pongamos rumbo / a donde tú quieras / que soy marinero en tus orillas / con el velero al pairo / esperando tu mirada / para izar las velas.

Que soy, además de / pescador de sueños / el que busca llegar / a tus labios con el caudal / de besos, rimas y caricias / acumulado en mis bodegas / poemas que aguardan / hacerse a la mar / navegar por los océanos / de tu cuerpo de sal / y llegar a donde tú quieras llegar / o, a donde me quieras llevar.

Que no habrá lugar / de ensueños / que tú no hagas realidad / oscuridad que no puedas alumbrar / ni rincón donde no llegue tu voz / con la claridad de un bello cantar.

Y por ti / con la luz de tu mirada / y la profundidad de tus ojos / ser, por fin / el marinero que se echó a la mar / para navegar / con la brisa de tus suspiros / y el sabor de tus labios. / Y, como timón / gobierno y dirección, mujer / mi amor apasionado / el que sueña con tus labios / con tus ojos / con tu pelo.

… Además de con los besos que tiene para ti / en las bodegas de mi corazón guardado.