Ventanal de tus ojos
No miraban:
se abrían.
Como quien abre un calado para que el vértigo respire,
como quien desviste la noche para encontrarle la entraña.
Eran dos ventanales llenos de cielo —
pero un cielo que se desgarraba a sí mismo,
entre relámpagos,
como si los mares que albergaban no cupieran ya en sus pupilas.
Y llovía,
llovía el mundo dentro de ellos.
Tus ojos,
marejada insolente, color azabache,
vértice donde naufragan las manos,
y cada parpadeo
es un disparo en la rodilla del tiempo.
¿Qué buscan, esos ojos?
¿A qué dios le reclaman su eterna calamidad?
Hay espuma en tu mirada,
y detrás de esa espuma:
naves que ya no creen en el agua,
faros que olvidaron su luz,
sirenas que se arrancan la voz para no escucharse.
Tus ojos son el lugar donde empieza el mundo
y también donde se pudre.
Mirarlos es hurgar en la conciencia del cielo,
es saber que no hay tierra firme,
que el deseo también se ahoga.
Y, aun así,
me lanzo.
Sin remo,
sin nombre,
sin nada
que no sea la necesidad brutal
de ser visto por ellos
una vez más.
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Inventario de un delirio con sombrero
(con bufanda de tinta y mirada prestada)
Hoy me peiné con un tenedor de dudas
y salí a conversar con las estatuas disecadas del parque.
Les hablé del insomnio con una sonrisa de prótesis inventada,
y de los poemas que nunca escribí por miedo
a que sonaran un poco desquiciados.
El reloj me ladró a las cinco y trece,
mientras mi reflejo hacía muecas
desde un charco con complejo de océano.
Yo le respondí con un movimiento austero,
de esos que arrugan el alma
y estiran los bolsillos de la nostalgia.
Me diagnosticaron exceso de inocencia
y una inflamación crónica de recuerdos impuros.
Recetaron distancia con sabor a menta y yerbabuena,
y reposo bajo la lluvia de un domingo sin lluvia.
Pero yo… yo me inyecto versos cada madrugada,
directo al pecho,
sin alcohol, sin algodón,
solo una oración y un juramento:
“No renunciaré a mi absurdo.”
Las ventanas me vigilan con ojos de anciana chismosa,
y la luna me susurra secretos
en un idioma que aún no invento.
A veces camino al revés,
para que el pasado crea que he cambiado de rumbo,
pero solo doy círculos,
como un disco rayado con voz de tormento.
Tengo archivadas las promesas que no cumplí
y un cajón de metáforas febriles con gusto a delirio.
Mis zapatos ya no pisan,
flotan como apóstoles en el mar de mi incertidumbre.
Mis pasos escriben obituarios dictados por mis desvaríos seniles,
como si cada entierro fuera una despedida en miniatura
desde mi cornisa.
No, no me encierres en tu cordura,
ni dejes la puerta entreabierta sin cerradura.
Déjame aquí,
con mis monólogos en espiral,
mi bufanda de tinta
y mis carcajadas que sangran poesía.
Porque yo no estoy loco… no... no...
solo soy el inquilino de un idioma
que aún no ha sido traducido.
Pero no estoy loco… no… no...
solo que no soy bilingüe
para responderle a mi juicio.
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Autor:
William26🫶 (
Offline)
- Publicado: 5 de abril de 2025 a las 00:17
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, alicia perez hernandez, Dr. Salvador Santoyo Sánchez, El Hombre de la Rosa, Josué Gutiérrez Jaldin, Carlos Armijo Rosas...✒️
Comentarios3
Mis zapatos ya no pisan,
flotan como apóstoles en el mar de mi incertidumbre.
Mis pasos escriben obituarios dictados por mis desvaríos seniles,
como si cada entierro fuera una despedida en miniatura
desde mi cornisa.
.....
Desde mi cornisa disfruto mucho leer y aprecia de la lectura de tus bellos versos. saludos poeta
la irracionalidad, la has convertido en casi real.👍✅✅✅✅✅
Saludos poeta William26
estos versos:
Tus ojos son el lugar donde empieza el mundo
y también donde se pudre...
Son una verdad del porte de una catedral...
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