LA PROCESIÓN DE LOS MUERTOS (Segunda Parte - Realismo mágico)

JUSTO ALDÚ

Desde aquel día maldito, el periodista Matías Jerez se convirtió en un espectro más entre los vivos. Ni su pluma ni su voz podían transmitir lo que había presenciado en la madrugada del Viernes Santo. En los cafés y cantinas del pueblo, algunos hablaban de él con reverencia, otros con lástima. El cura que lo había rociado con agua bendita y sellado su voz en un acto desesperado, desapareció días después sin dejar rastro, como si su participación en ese misterio lo hubiera condenado también.

Matias, ahora ciego y mudo, se dedicó a caminar por el pueblo con un bastón de madera y un cuaderno en el que garabateaba símbolos, dibujos extraños, y frases sin coherencia aparente. Algunos decían que era su forma de seguir contando la historia, pero otros juraban que solo eran las voces de los muertos guiando su mano. Su presencia incomodaba. Los niños le temían, los adultos lo evitaban, y los ancianos le ofrecían rezos a escondidas.

Pero una noche, en la víspera del siguiente Viernes Santo, alguien más llegó al pueblo. Se trataba de Lucía, una joven reportera del mismo diario donde Matías había trabajado. Había escuchado rumores del suceso, y con el valor que dan la juventud y la incredulidad, decidió investigarlo.

Lucía fue advertida por todos: “No busques lo que no estás lista para entender.” Pero ella insistió. Encontró a Matías en la banca de siempre, junto a la iglesia, mirando al vacío con sus ojos apagados. Se sentó a su lado, le habló despacio, y por primera vez, él no se mostró indiferente. Le extendió el cuaderno.

Lucía lo hojeó. Entre los dibujos crípticos y las frases desordenadas, una página la hizo estremecer. Era una escena detallada de la procesión: los rostros de los difuntos, sus túnicas desgastadas, y al fondo, una figura encapuchada con una cruz negra. Debajo, una única palabra: “Regresan.”

Esa noche, decidida a comprobar la verdad, Lucía siguió los pasos de Matías del año anterior. Subió al cementerio en lo alto de la colina y esperó. Las campanas de la iglesia dieron la medianoche… y la niebla empezó a caer como un velo espeso sobre las lápidas. Los perros aullaron. Y entonces los vio.

No eran fantasmas como ella imaginaba. Eran demasiado tangibles, demasiado humanos… y demasiado tristes. Caminaban en silencio, arrastrando cadenas invisibles. Algunos portaban velas que no encendían, otros llevaban cartas o retratos descoloridos. Todos ellos miraban al frente. Todos menos uno.

El último de la procesión se detuvo. Lucía lo reconoció: era Matías, o algo que se parecía a él, pero más joven, con los ojos brillantes y la boca entreabierta, como queriendo hablar. Extendió la mano hacia ella… y Lucía sintió cómo la temperatura bajaba de golpe.

Corrió. Bajó del cerro, llegó al pueblo y se encerró en la casa de huéspedes donde se hospedaba. Miró incrédula un charco a sus pies, se había orinado. Tomó aire hizo acopio de fuerzas y se dio un baño antes de dormir. Al amanecer, despertó bañada en sudor. Al principio creyó haberlo soñado… hasta que encontró en su mesita de noche el cuaderno de Matías, con una nueva página que ella no había escrito.

Allí, con letra clara, decía:

“Ahora tú sabes. Pero recuerda: entre montañas y clima infernal, no funcionan los celulares. Nadie podrá ayudarte cuando llegue el próximo año. Prepárate, Lucía.”

Y debajo, una firma: Matías Jerez.

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Comentarios3

  • El Hombre de la Rosa

    Genial el arte de tu preciada pluma estimado poeta y amigo Justo Aldú
    Saludos desde Torrelavega
    El Hombre de la Rosa

    • JUSTO ALDÚ

      Muchas gracias amigo Críspulo.
      Siempre es grato recibir tus visitas.

      Saludos

    • Alexandra l

      Siempre interesantes relatos, gracias por compartir.

      Feliz día, Alex.

      • JUSTO ALDÚ

        Muchísimas gracias mi estimada Alex por tu visita, lectura y comentario.

        Saludos

      • Josué Gutiérrez Jaldin

        Te felicito sinceramente, mi estimado poeta. Qué hermoso relato, lo disfrute bastante. Saludos y abrazos.

        • JUSTO ALDÚ

          De nada Josué.Te envío un caluroso saludo desde Panamá.

          Gracias por tu lectura y comentario.

          • Josué Gutiérrez Jaldin

            😄✌



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