Confesiones de una lágrima

Miuris

Soy la respuesta al dolor

la consecuencia de una emoción.

Humedad que como un río de lava ardiente

se desliza por unas mejillas angustiadas.

La que se ignora a veces

y con una mano se desprende

como si fuera una vergüenza.
Soy la cálida lágrima que igual

brota por risa o por angustia.

La que corre sin cauce

y al final se bifurca en un mar de tempestad.

Su más acre vertiente

es cuando toca los mares interiores

rompeolas plagado de un amargo silencio

convertida en íntima secuela del dolor

que está partiendo en dos un corazón.

Un rosario de estremecidas perlas

furtivas, tortuosas.

Soy esa lágrima vehemente

que asoma muda o se esconde sumisa, adolorida

y acerva marca la epidermis.

 

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