DE LUCIÉRNAGAS Y MARIPOSAS

… cuando yo era chico, o sea un changuito de esta altura, en mi pueblo de Villa Dolores, en las noches de verano, salíamos a correr para cazar los “tuquito pan”, esas hermosas luciérnagas con lucecitas verdes que hacían que los calores se vieran matizados por la belleza de los bichitos en el cielo profundo. Y al grito de “tuquito come pan” se desplegaba el niñerío por las calles. Cazábamos unas cuantas, las metíamos en un frasco, las mirábamos un rato intentando entender cómo podían tener esas lucecitas, y después las volvíamos a poner en las plantas de geranios de los jardines callejeros.

Mientras, los adultos tirados en reposeras bajo los paraísos, trataban de burlar el sofocante calor apantallándose con un diario. Acompañándolos, al costado, en el suelo, transpiraba un vaso de algún líquido con hielo.

Allá en mi pueblo, hace muchos años, en las siestas tórridas, de esas en que las madres determinan que nadie sale a la calle, asegurando la autoridad de las palabras con la alpargata bigotuda en la mano, nos escapábamos a mirar en contra del sol para ver pasar a las mariposas. Y nos acercábamos felinamente para verlas en sus multicoloridas alas.

Acá, hoy es raro ver las luciérnagas. Es raro ver las mariposas.

¿Se habrán muerto todas? ¿Alguien le puso sus nombres a alguna calle o a una plaza?

Acá, ahora, fueron reemplazadas por las luces de los monitores de computadoras, en hoscos edificios, con cables que cuelgan de todos lados...

Los changuitos hoy también conocen los tuquito pan y las mariposas porque tienen wikipedia.