La Tinta del Alma eterna

En el pergamino del tiempo, sin principio ni final, se desliza una pluma de esencia celestial. Con tinta invisible, de suspiros y anhelos, se escribe una historia de afectos sinceros.

No sé de los dedos que guían su trazo, ni del corazón que dicta su abrazo. Es un sentir profundo, sin nombre ni dueño, un eco constante de un amor sin empeño.

Quizás fue en la quietud de un valle escondido, donde dos miradas se hallaron sin ruido. O tal vez en la danza fugaz de una estrella, un juramento eterno grabó su huella.

No importa el instante, ni el sitio olvidado, la fuerza del vínculo, jamás ha menguado. Es la dulce memoria de un instante pleno, un anhelo constante, que vive perenne.

Siente en cada letra, la honda vibración, de un cariño puro, sin limitación. Un amor que navega por ríos de ensueño, sin mapas ni brújulas, su destino es ser dueño.

Es la sombra suave de una caricia perdida, el calor latente de una presencia sentida. La melodía antigua de un canto lejano, que en el alma perdura, cual eco soberano.

No busques el rostro, ni el año pasado, este poema anónimo, es un amor sagrado. Es la huella imborrable de un pacto infinito, un lazo invisible, más fuerte que el rito.

Porque el amor eterno no conoce fronteras, vive en cada recuerdo, aunque el alma se pierda. Aunque el mundo cambie, su forma y su ser, la esencia del afecto, no puede caer.

Así, en estas palabras, sencillas y puras, se guarda el legado de dos almas seguras. Un amor que trasciende la vida y la sombra, una eterna escritura que el tiempo no asombra.

Es la tinta del alma, indeleble y serena, que narra una historia que jamás se condena. Un amor sin autor, pero con fuerza inmortal, un eterno poema que sigue su caudal.