El Silencio Bajo Llave

El Silencio Bajo Llave.

En los pasillos donde el sueño se emancipa,
habita un ente que no tiene voz,
una figura que no proyecta forma,
un yo que no me obedece —ni al mismo Dios.

Allí, donde la noche se acurruca
en el regazo mudo,
se escapan mis pensamientos en sublevación,
como huérfanos jugando al libertinaje.

Mi inconsciente —esa bóveda sin fondo—
escribe poemas con ardor y ausencia.
Cada palabra es un cadáver dormido
que flota en la sangre de mi conciencia.

Los espejos no devuelven reflejo,
y hay rostros que me miran desde adentro
con la ternura de un presagio viejo.

Yo lo he visto abrir sus alas chamuscadas
bajo el umbral de un párpado cerrado.
Habita en mí, pero no es mío,
y me susurra todo lo que he olvidado.

A veces es un niño que llora en el sótano,
otras, una mujer que me besa con desamor.
A veces soy yo… pero sin alma,
una estatua a la que le han robado el rumbo.

¿Es delirio? ¿Es un dios que se disfraza?
¿O simplemente el alma sin censura?
Sea lo que sea, me vive cuando duermo,
me escribe con fiebre su partitura…
y yo le sigo ciegamente en su trance inconsciente.