A Verenice, mi amor eterno

Cullera

 

Cuan profundo el sueño de un amor eterno,
como el canto suave del viento más tierno,
cuan profundas miradas en tus ojos sinceros,
donde encuentro refugio, donde mueren mis miedos.

Cuan profundas las marcas de tu acaricia sincera,
dibujadas en mi piel como la luna en primavera,
cuan profundo el silencio que por amor nos llama,
cuando el alma no habla, pero el cuerpo se inflama.

Voy buscando miradas, palabras, caricias,
en ese rincón nuestro, sin prisa, sin cortinas.
Quiero oler tu aroma, besar tus labios despacio,
sentir tus manos, tu cuerpo... perderme en tu espacio.

¿Cómo existiría este amor sin un suspiro?
Sin un “te amo” ardiente, sin un “te deseo” al oído.
Eres mi musa, mi sueño, mi anhelo encendido,
la canción que me guía, el principio de mi destino.

Yo comprendo que solo a tu lado camino,
que sin ti no hay cielo, ni tierra, ni destino.
Contigo, el universo se abre y me llama,
como un fuego sagrado que en mi pecho no acaba.

En un cuerpo cansado, un alma desgarrada,
unos ojos llorando, una vida entrelazada,
¿cómo decirte que eres todo lo que amo y deseo,
si mi amor por ti es más grande que el tiempo entero?

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