En un estado anormal diferente. (Continuación)

el brujo de letziaga

ACTO III

Al día siguiente,
a la memoria su recuerdo le extraje,
queriendo manejar lo que ocurrió de un modo simple,
ubicándome así donde me corresponde...

Pues uno es sensible y no entiende,
a la sangre que me adhirió y que fue en combate...
Tal vez fue un acto irremediable,
pero ese trance se me quedó grabado por siempre...

¡Ay, de la bruja de hueso y carne!
de manos y de piernas, de cuerpo grande,
de senos duros al aire,
a la que llené de mis sales, y no hubo límite...

Ahora cabalga ya en una nube,
pero mi mente aún se descontrola, se contamina y se yergue,
con la bruja que me transgredió en lo que urge,
en la hondura infiel de aquella noche...

 

ACTO IV

Hoy mi vida sin ella se destruye,
ardiendo como un cirio al compás de la sangre,
cuando el espejo no esconde,
los rasgos de mi vulgaridad que nadie sabe...

La pira me arde inextinguible,
con su pábilo trascendente que lo aviva en vorágine,
un continuo estar de llama y lumbre,
como un zipizape recurrente que en mis venas arde...

Y vivo quemado muy grave,
en la hoguera de aquella pasión incontrolable,
de bruja viciosa fue su carne,
y que tras saber de ella, ya no quiero salvarme...

¡Vuelve bruja a mi, vuelve!
a las horas nocturnas que nos vieron en combate,
y hazme de nuevo alguna llave,
que yo me dejo, ya sea de yudo, o sea de kárate...

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