Tu eres mi destino

No te busqué, y febrero, silencioso, llegó,
mas no era aún la hora de mi amor profundo.
Te busqué en la distancia, en el tiempo callado,
hasta que una fuerza sobrenatural, en suave voz, nos unió.

Un veintiséis de septiembre, el destino escribió
tu nombre en mi alma, decreto fecundo y claro,
con la flor de febrero y el viento suave
de septiembre, Dunia de los Ángeles llegó a mí.

Tu voz trajo la aurora, las dulces alegrías
de un silencio que en mi pecho el alma tejía,
y a ti mi ser se entregó, sin dudar, sin medida,
tras décadas de sombra, mi espíritu volvió a renacer.

Desde aquel instante, mi vida se ha florecido,
en ti, dulce niña, con cada latido anida.
Aquí me quedo ya, anclado para siempre,
sin que importune el vano rumor de la gente.

Ya no eres niña, y al fin has visto mi amor,
aquí estoy para amarte, sin tasa, sin arista,
para ofrendar mi ser, en fragmentos completo,
mi corazón que pulsa, por ti, único afecto.

Eres mi refugio seguro,
donde el amor se funde en una mirada y un beso,
reviviendo mi agonizante corazón herido,
contigo, mi amor, es donde quiero estar.

Y aquí, mi amor, te ofrezco alma y vida entera,
un amor que en el tiempo jamás desfallecerá.
Seré tu abrigo fiel contra cualquier tormenta,
tu protector constante, mi promesa no es vana.

Con respeto profundo siempre venero tu ser,
con tolerancia inmensa siempre sostendré tus sueños.
Mi fidelidad eterna será la firme ancla,
y mi comprensión tu puerto, donde siempre regreses.

Este amor que hoy te entrego, con cada fibra mía,
es un pacto sagrado, por toda la alegría
que tu presencia dulce ha sembrado en mi existir.
¡Por siempre a tu lado, mi eterno amor, mi dulce niña, sueño de juventud, mi corazón siempre te entregaré!