¿Acaso nuestro amor murió de sed
a la orilla de nuestras bocas?
¿Dónde está? ¿Adónde fue?
¿Qué mano surca el mar de tu piel?
¿Qué pesar me hunde y me ahoga,
con una soga atada a los pies?
El amor que horadaba la sien
con la miel en la saeta silenciosa,
ha muerto amargo como la hiel.
Se apagó como en el ciego mi tez;
¿qué ojos velarán por mí ahora
que mis ojos hundidos no ven?
¡Oh muerte!, llévame de una vez;
que nada quede, ni la sombra
de lo que un día este amor fue.
—Felicio Flores.
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Autor:
Felicio Flores (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 14 de abril de 2025 a las 11:30
- Categoría: Triste
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, alicia perez hernandez
Comentarios1
El amor que horadaba la sien
con la miel en la saeta silenciosa,
ha muerto amargo como la hiel.
De la miel a la hiel Felicio.
Gracias y saludos.
Gracias, Emiliano.
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