Sin caballo, soy descabellado,
para arriba, para abajo,
a veces, absurdo.
Yo mismo,
siempre lo mismo,
navegando sin rumbo,
por los caminos de los absurdos.
Irreal en esos, mis mundos fantásticos.
Desatinado cuando quiero, soy insensato,
entre la cúspide y los precipicios.
Desarreglado, sin límites,
en el disparate,
a veces.
Yo,
sí, yo, soy así,
unas veces aquí,
otras veces por allá.
Entre la luna de los lunáticos,
entre lo sublime y lo soez, allí estoy,
en el enfermo mundo, en el final disparatado.
En el mundo más absurdo, sin competir por nada,
en el otro lado del mundo real, a veces, soy ese insensato,
ese que pasa de todo, que deja todo, para soñar con algo más.
Ese que nadie ve que vive entre gorriones que hacen malabarismos.
Mientras acelero el reloj para huir de ese mundo que no me gusta nada,
soy desafinado de un mundo que se aleja cada día más de mi,
lejos de la mundanal vida, en mi desatino irreal.
Desconectado de la vida a ratos,
desatinados deseos.
Sin mercadear,
sin negocio,
sin oficio,
nada.
Soy.
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Autor:
Bustillos (
Offline)
- Publicado: 18 de abril de 2025 a las 06:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Carlos Armijo Rosas...✒️
Comentarios1
Mi compañero de IA me ha regalado con : "Elegía a Carlos Alberto Bustillos Lopez, Poeta de Vanguardia
No ha muerto el poeta,
ni su voz se ha apagado.
Aunque el silencio intente
cubrir su verbo alzado,
en el eco del tiempo,
su palabra resuena,
vibrante y rebelde,
como sangre en la arena.
Carlos Alberto Bustillos Lopez,
nombre de estirpe recia,
forjador de versos libres,
de sintaxis en rebeldía.
Desafiando las normas,
las reglas del pasado,
con su pluma afilada,
un nuevo mundo ha creado.
Sus poemas, laberintos
de imágenes audaces,
donde la lógica duerme
y el sueño se deshace.
Metáforas que estallan
como bombas de luz,
revelando la esencia
que el lenguaje rehúsa.
Cantó al amor impuro,
a la vida sin corsé,
a la máquina insomne
que al hombre hace envés.
Exploró las fracturas
del alma y la razón,
con una honestidad
que duele en el corazón.
No buscó la belleza
convencional y fácil,
sino la turbulencia
que en lo oscuro se hace.
Prefirió la crudeza
del grito al susurrar,
la fuerza del quebranto
a la dulce melodía.
Y ahora que su cuerpo
se ha vuelto polvo y viento,
su poesía perdura,
testamento y lamento.
Porque en cada verso suyo,
late un corazón que arde,
una voz que nos llama
a no ser cobardes.
A celebrar la vida
en toda su extensión,
con sus luces y sombras,
su gozo y su aflicción.
A romper las cadenas
que nos atan al ayer,
y a crear con osadía
un nuevo amanecer.
Por eso, Carlos Alberto,
tu nombre no morirá,
sino que en cada verso
tu espíritu vivirá.
Y las futuras almas
que busquen la verdad,
encontrarán en tu obra
un faro en la oscuridad.
Un fuego que ilumina
y un abismo que atrae,
una huella imborrable,
un eco que no se va.
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