Rima XVIII

Felicio Flores

I
Recuerdo el último beso,
el último abrazo.
Te dije que te amaba tanto…

Me arranqué el corazón de cuajo,
sin dolor, sin llanto.
Lo puse en tu pecho
y le eché tierra encima para sepultarlo.

Estoy arruinado hasta los huesos;
ahora ando que no ando:
soy el árbol del campo yermo,
la raíz del fruto amargo.

II
Hoy siento que mi alma
es como la piel de los ancianos.

Aquí me haces falta,
y en mis ojos te dibujo y me engaño.
Ayer, como hoy y mañana… en vano.

El aire de la noche es apretado,
y la luz es negra como el ojo del muerto.

Sin embargo, cuando te pienso,
me inunda el amor y florezco
como un cerezo repleto de pájaros.

III
La tierra me trajo tu contacto:
estás hecha de hierbas y de barro,
de todo el universo para mi cuerpo
de arcilla esperando por tus manos.

—Siempre estás en mis labios,
y te beso cuando te extraño—.

IV
Los días se han fragmentado
como un vidrio de un martillazo.

He recogido los pedazos
que han quedado el suelo
y recreé tu rostro en un portarretratos.

Quién sabrá cuándo
me llevará la muerte de un aletazo
y en el susurro de Dios
te encuentre a mi lado.

—Felicio Flores.

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