Una habitación vacía

OscarCampos

 

Después del día,

antes de entrar en tu habitación,

haz una pausa, deja afuera las huellas

del asfalto, las picaduras

de insectos que aún aletean en el bullicio,

las grietas que doblaron tus pasos.

 

En tu habitación, guarda las cartas

que no escribiste, pero te recuerdan,

que un día dejaste abierta tu ventana,

y tu alma, después del olvido,

se fue en silencio sin desearlo;

 sólo quedó tu sombra.

 

El alma tarda en regresar:

su camino es largo,

 y pequeñas las ventanas.

 

A veces, te apresuras,

abres a destiempo la puerta.

Entonces, el viento, el rio,

o quizás un pájaro errante,

escapó de su jaula cerrada,

o la semilla que un día cayó

por azar en tu jardín,

guardan aún el mensaje del alma

esperando una respuesta entre cortinas.

 

Deja abiertas las ventanas.

Tus oraciones poseen respuestas

que aún no comprendes.

Deja que el silencio tome tu mano;

tu alma reconocerá tus palabras.

 

“¿Por qué intentas detener las estaciones?

Tu jardín necesita del invierno.

 

Tan solo una pausa,

tan solo una ventana abierta,

 y detrás del tiempo, como el viento,

 aparecerá desde algún lugar

 como un faro;

tocará primero tu alma,

 luego tu cuerpo.

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