Soltar

Acevedo M.

Hoy dejo reposar tu querer entre las hojas del ayer,
con la tinta amarga de mis propias lágrimas.
Dejo volar tu alma como se suelta un globo
en un cielo sin viento:
deseando que regrese, sabiendo que no lo hará.

Aprisiono mis muñecas con el silencio,
para que no escriban los susurros de este corazón
que aún grita entre las ruinas.
Pronuncio el juramento del mutismo,
como quien abraza el fuego sabiendo que quema.

Tu ausencia,
es un eco que me grita en los sueños:
no la dejes ir.
Siento tu dolor,
como una melodía que vibra en el cristal
empañado por tus lágrimas escondidas.

Tu despedida,
es un pétalo arrancado en otoño:
suave, inevitable, cruelmente hermoso.

Estas tinieblas no son noche,
son el abismo donde caen los amores inciertos,
donde la duda es un dios sin rostro,
y el miedo, su profeta.

Quiero dejarte ir,
lo juro por cada grieta que me sostiene,
pero soy un faro roto
esperando que tu barco regrese,
aunque navegue hacia un horizonte incierto.

Permanezco inmóvil,
como estatua de remordimientos,
a la espera de una chispa,
una vaga oportunidad
de redimir los errores de mi ceguera aprendida.

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