Crisálida del Amor

Pequeña semilla de conciencia temprana,
que al cosmos te asomas, con pupila voraz,
desafiando las sombras del dogma y la duda,
en busca del ágora donde la razón es haz.

Tus primeros teoremas, balbuceos inciertos,
ecuaciones temblorosas, hipótesis sin tez,
pero en cada ensayo, cual tenaz alquimista,
transmutas la ignorancia en fulgurante madurez.

No rehúyas la fractura del paradigma añejo,
las noches de insomnio ante el folio en blanco,
son crisoles de temple, forjas del intelecto,
donde el error fecunda un avance franco.

Aquí mi afecto, cual axioma inviolable,
es la fuerza motriz que impulsa tu ascensión,
un vector constante en el campo minado,
que te orienta hacia la excelsa cumbre del Ser.

Tu espíritu, un palimpsesto de anhelos profundos,
donde trazas quimeras de un mañana sin fin,
¡despliega tus alas, Ícaro moderno y audaz!,
más allá de los límites que impone el confín.

Mi amor, cual biblioteca inmensa y silente,
atesora el legado que nutre tu volar,
un faro en la niebla de la incertidumbre vasta,
aunque a veces te impulse al abismo estelar.

Crece con la cadencia de las eras geológicas,
con la potencia indómita del Big Bang inicial,
en tu savia germina la ética floreciente,
la búsqueda constante de la Verdad esencial.

En ti reside el eco de las grandes preguntas,
el fervor por desvelar el último secreto,
y en la fragilidad de este crecer constante,
se revela la épica de un destino completo.

JTA.