Esa luz mínima señalizaba el camino
y nos sacaba de la oscuridad,
del tormento padecido, de las mares bravas,
que sacuden sus pesares.
Alborotado el espíritu reclama
su derecho de alborear.
Sentencia de una vida extraviada,
que los ecos recuerdan que hay un pasar.
Torbellino de ideas que atormentas,
a este corazón acabado, por los vientos
intempestivos de este huracán…
Fuerza poderosa que avasallas al andar
¡OH! Deslumbramiento pasional
irreflexivo, inesperado.
Cómo quise de ti, tu fuerza imperiosa,
sin pensar que podrías derrocar
el más sublime sentimiento de la inocencia,
encarnado en no lastimar…
Inerte el alma quiso resucitar,
de los vaivenes arrasados.
De pie y de frente, así pude verte,
desmitificando tu fuerza perdida
en la gran batalla que no pudiste conquistar.
Aliviada del peso de la carga, del ideal desvanecido,
hoy estamos igualados y somos semejantes.
A ti te recuerdo, camino andado,
andares encorajados por el deseo de ahondar
en el aprendizaje del reencuentro.
A ti te habilito, esencia de ser
iluminada por un nuevo paisaje penetrante,
sin encandilar a los ojos que te miran.
Ana María Lepri
-
Autor:
Ana Lepri (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 27 de noviembre de 2010 a las 01:58
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema fue sobre un camino transitado en el aprendizaje del amor.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 49
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.