Qué toda alegría me espante
ante la soledad de mi pecado.
Ante el calor de un beso helado
qué toda belleza me arranque.
Comprende que si la muerte es breve,
menor será en vida mi tormento;
se posará como un llanto leve
ante el mártir que exige sufrimiento.
Yo no puedo continuar triunfante
el dolor que exige el vil camino,
a pesar de que la Habana me cante,
me endulce, y arrastre con su vino.
Recuerda que yo, fui tuyo distante,
y que a las tantas noches de frío
dedico inerte una glosa fuerte,
inerte cual mis noches de hastío.
Y beso tu frente, tísica muerte,
borracho de ti, alma que ansío.
Querida mía, me postro ya muerto,
anhelo tu suerte, clamor alado,
soy el ciego del país de los tuertos,
soy el errante del país anclado,
soy el abrojo del labrado huerto,
fútil error de viaje extraviado.
- Autor: Vicente Ferrer (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de noviembre de 2010 a las 15:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 60
Comentarios1
Un poema para aplaudir. Un saludo
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