Irremediablemente sabemos que perderemos la vida, pero, ¿Cuándo la ganamos? ¿en la concepción? ¿quiénes somos? ¿por qué somos así? nuestra apariencia, física, psíquica, estética, saludable, carisma...
Todo parece un juego, dos seres se aparean y por azar, un juego del destino ese esperma, si, ese que entró primero en el óvulo y lo fecundó, no fue el más listo ¿o si? Ni el más fuerte o hábil, solamente estuvo en la hora y momento adecuado...
Imaginemos un ruido, un estornudo, una distracción que atrasara o adelantara la fecundación ¿seriamos nosotros? u otras personas, el caso es que estamos aquí en este mundo, en este instante y no sabemos hasta cuando, recuerdo cuando le temía a la muerte, imagínense, un niño de 10 años de edad preocupado por morirse, me frustraba, me estresaba, lloraba, no lo entendía (sigo sin entenderlo), no lo aceptaba, no lo quería, más aún, no lo quiero, pero ya me resigné, ¿Por qué? Porque afortunadamente viví y aún vivo, preferí existir y comprender que parte de esa existencia es la muerte, así que me consolé viendo las maravillas de existir ¿Se imaginan no existir? No nacer, no crecer, no aprender, no enamorarte, no sufrir, no llorar, no respirar, no sentir vergüenza, no soñar, no utilizar los sentidos, no tener hambre, no fracasar, no gritar, no cantar, no seducir, no excitarse, no sentir miedo, no hablar, no...
Vale la pena –me convencí- todo lo anterior y pagarlo con la muerte, pero escuche por allí alguna vez, que se sigue viviendo a través de los hijos y sus descendientes, se sigue vivo si se recuerda las acciones de los muertos...
Fingir o enrolarnos o preocuparnos tanto en la vida, para tratar de no ver lo único inevitable y seguro de esta vida es algo muy común.
La lucha diaria por tener los satisfactores para subsistir y esparcirnos y por qué no tenerlos en exceso y abusar de ellos es muy común, pero nada de eso lo podemos transportar cuando se acabe la vida, no estoy diciendo que tenemos que abstenernos de tener bienes, ¡claro! Hay que tenerlos y muchos, entre más mejor, pero ser concientes que no seremos eternos.
Días antes, viendo películas y leyendo libros de ciencia ficción; me preguntaron si me gustaría tener “refacciones” de mis diferentes órganos, es decir, que si fallaba, por ejemplo, mi corazón, tener, previamente clonado mis órganos e ir al hospital y solicitar el cambio ¡claro, desde luego que si! –dije yo- no se, si se lea extraño, enfermo,“frankeinsteinisimo”, loco, pero se imaginan: tener la fuerza, destreza, agilidad, de una persona de 22 años y la sabiduría, vivencias y experiencias de otra de 80 años... ¡acepto!...
Pero mientras sea posible eso, mejor disfruto la vida y filosofo al respecto...
- Autor: Hermann Garcia ( Offline)
- Publicado: 1 de diciembre de 2010 a las 23:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 52
Comentarios1
REALMENTE LO HAS LOGRADO MUY BIEN ,LETRAS MUY PROFUNDAS QUE SALEN DE TU INTERIOR ,ME GUSTO,STELLA
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