Ansioso y pensativo me pregunto:
¿Qué hice mal para merecerme tanto?
Te comparé con la Samaritana:
con sed, de cinco y el camino amplio.
Sonriendo, duros golpes me lanzaba
a la cabeza. Me quise tambalear.
Enérgica, esperaba a que yo cayera
y con piedras en las manos, asestar.
Me recibe con amenaza y logra
conseguir que en mi memoria vaga
guarde un repudio sobre su persona:
Le paga mal a quien mejor le trata.
¿Qué mal te han hecho?, dime, amada mía
que me devuelves por igual la paga
¿Quién buscó penetrar a tus sentidos…?
Con violento desden vuelve y me amaga.
Lapidado caeré defendiendo mi causa
en los enfermos años que me asista.
Regatearé mi suerte delante de un Judas:
¡Treinta pedradas menos de lo que aspira!
¡Por Dios!, piensa lo que dirá la gente,
Mujer, no repitas más: debes morirte.
No apagaré tu sed. Yo no soy Cristo.
pero, deja de adulterar cuando me ausente.
- Autor: CesarS_en_cion ( Offline)
- Publicado: 11 de diciembre de 2010 a las 10:26
- Categoría: Perdón
- Lecturas: 70
- Usuarios favoritos de este poema: FELINA
Comentarios2
¡Por Dios!, piensa lo que dirá la gente,
Mujer, no repitas más: debes morirte.
No apagaré tu sed. Yo no soy Cristo.
pero, deja de adulterar cuando me ausente.
Miauuuuuuuuuuuuu qué poemazo nos traes amigo Cesar...Mereces muchos aplausos y abrazos.
gracias amiga felina, recibo los abrazos con mucha alegria.
...a la verdad me sonrojan los aplausos, pero igual los acepto.
gracias y adios poeta.
Buenos versos César.
Boris
Gracias Boris de todo corazon
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