DÉLICATESSE

je t'aime beaucoup... 

Sube lento, acaricia su espalda un instante frío, sopla dentro de sus poros y revienta la conciencia en formas diminutas de colores, se desbordan por la mesa las ideas en blanco que sus labios provocan, por la cama y por la alfombra; pintan de pronto, lentamente, la habitación, se mezclan y nuevas formas asimétricas se contemplan en ese paraíso dentro del aire. Su piel rosada se eriza. Los labios canela la buscan, dentro de tanta desnudez la buscan, ella se ultra exterioriza dentro de su mente, él sigue buscando, por la espalda, por las manos, por la boca risueña. Los relojes comienzan a caer dentro de una alberca tan grande como el corazón, los relojes que marcan un tiempo infinito se ahogan igual que las palabras, el silencio de las horas les cubre como una sábana de seda que cae cual pétalo de rosa de castilla cuando sopla el viento, delicado. Y la noche se estrella tanto que la habitación se ilumina y las luces estelares permiten reconocer ya las miradas que se dicen todo lo que en silencios previos la mente intentaba no pensar, cuando entre la gente ya se sentían las campanas que llamaban a los cuerpos, donde el deseo no podría haberse sostenido por más tiempo, no sin antes haber saltado cual guepardo que busca desgarrar la carne de gacela. Entonces, poco a poco, o quizá más rápido de lo que mis dedos pueden escribir, él se vuelve como el Sol que tiñe las paredes de dorado, y calienta el alma de los vivos, y ella como Luna se llena de misterio y sus andares caen sobre el día casi transparentes. Y ya todo tiembla y todo parece una explosión de gases intergalácticos que crean mágicos horizontes que nadie puede ver. Y los cuerpos permanecen paralelos como a veces en el cielo se observa a dichos astros, y no hace ni frío ni calor, y las voces no se escuchan pero se saben ahí, hablándose, rompiendo el silencio. Quizá después de esto, al despertar del sueño y volver a estar entre las multitudes, ellos se distraigan y olviden lentamente todo, quizá sus nombres se pierdan en el extraño mundo y la realidad, quizá, pero ahora el sube lento y acaricia su espalda un instante frío…

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