Hablar con yo

En realidad antes de que pasara todo esto nadie creía en mi, se que no es importante decir esto, pero ni siquiera yo creía en mi. Seguramente algunos si me veían de otra manera, pero nunca pensaron que podía hacerse realidad. Muy pocas personas creen antes de ver, y yo soy una de ellas. Soy una persona que la mayor parte del tiempo se baña de un pesimismo agrio y barato, lo de barato no se por que lo digo. No nací para ser optimista. Es decir el hogar en el que se formaron mis bases fue un hogar que me brindo todo lo que necesitaba siempre. Inconcientemente mi persona y mi carácter hicieron que me tomase la vida con este grado de pesimismo molesto, pero irreal. Digo esto por que soy un pesimista que siempre estuvo lleno de esperanzas. Mi vida es una bola de contradicciones. Mi mama, enojada, siempre me repetía que yo tenía mucha cáscara pero poca nuez, jamás me atreví a discutírselo. Fue siempre una buena madre, y que cuando podía me marcaba mis grandes errores. Pienso que mi perdición fue haber caído en una familia perfecta. Se que no existe la perfección y tampoco creo en ella, pero mi familia fue un grupo perfecto lleno de imperfecciones. Fui un niño que estuvo frente a sus errores y que a pesar del dolor que sabia que ocasionaban nunca tuve la valentía de corregirlos. Crecer en una familia donde todo era fácil, me envolvió en una seguridad que me costo mucho renunciar. Fui una persona pesimista sin tener ningún motivo para serlo. No estoy culpando a nadie de mis actos, simplemente estoy contando el “por que” de mis acciones y pensamientos. Uno no puede culpar a nadie más que a si mismo.

¿Cómo pensas que te ve la gente ahora? No podría decirte. La gente no es toda igual, por lo tanto no piensan ni ven de la misma manera. A veces uno se sorprende por que te enteras de que mucha gente piensa cosas de tu persona, malas y buenas, y no lo podes creer. Uno descubre que hay personas  que se mueren por conocerte, y otros hacen lo imposible por alejarse.