No debería comenzar a escribir,
sobre silencios dormidos,
sino el fragor de las espadas,
la soledad de martirio no prevenido,
en una noche de palmeras despeinadas
con un faro de luciérnagas ardidas.
Me siento cual hombre en un laberinto
Borgeano con linces y tigres acechándome,
en búsqueda de Oh Marinheiro,
mientras veo el dombo de la ola que se rompe
en los riscos, mientras camino por la ribera
de mis palabras de alba con su ópalo
que se inmola al estar tanto tiempo calladas.
Tengo un azar que sueña con la frescura de tu rostro,
Entre tanto las luciérnagas son mi guía porque busco
a un Marinheiro que nos inventó hace tiempo,
amiga de la tertulia, cafés y té.
Hace tantos eneros y primaveras, cuando el estrépito
de las espadas de la vida, nos apuñalaban, nos doblaba.
Y te sigo buscando para hacer una hoguera de palabras
y relatarnos lo que nos pasa en cada uno de los rincones
de nuestro mundo, tan mundano y de crecimiento arbitrario.
A Marcela Carvajal
© D. Valencia Tobón. Reservado todos los derechos de autor.
- Autor: D. Valencia (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de febrero de 2011 a las 07:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 58
Comentarios1
Mi amigazo poeta de siempre, es un placer leerte.
"mientras veo el dombo de la ola que se rompe
en los riscos, mientras camino por la ribera
de mis palabras de alba con su ópalo
que se inmola al estar tanto tiempo calladas."
Y tu poesía es una ola que rompe en el acantilado de la emoción.
Un beso grande David!
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