LA ANTESALA AL DÍA

Cuando camino hacia mi destino

Al que tengo que llegar cada mañana

Paso por un lugar al que agobia el frio

Y en que el que toda luz se apaga

Es un lugar detenido en el tiempo

Alejado de toda esta realidad

Separado de las corrientes del viento

Y en el que cuesta mucho respirar

Cada paso que se da pesa una vida

Todos los movimientos ralentizados

Aquí hasta cuesta tragar saliva

En el piso, los pies quedan atrapados

Mi sombra se aferra a las paredes

Intentando hacer que me quede

Acerca una silla para que tome asiento

Para escapar, alguna excusa invento

Gasto unos minutos en convencerla

De que me deje vivir un día más

Intento explicar que todavía me quedan

Ciertas razones por las que luchar

Toca mi hombro y suelta una frase:

“Sé que mientes, que no queda nada

Que intentas alargar el desenlace

Y te aferras a una última esperanza”

Quisiera poder decir que miente

Contestar su pregunta, negativamente

Pero hace mucho me quede sin argumentos

Para responder a sus cuestionamientos

Cada mañana me encuentro más cerca

De renunciar a vivir otro día

De dejar de pagarle a la vida, la renta

Y dejar que mi sombra sea mi guía

Aceptar el asiento en ese pasillo

Que es la antesala a un nuevo día

Cruzar los brazos y quedarme dormido

Para empezar a sentir la infinita caída

Ver como el piso se vuelve agua

Y como se empieza a hundir mi cuerpo

Como me voy volviendo una estatua

Y en morfina, me voy sumergiendo

Aun así, sacudo su mano de mi hombro

Y mecánicamente sigo caminando

Sacando fuerzas de los escombros

Y a mi cadáver, voy desenterrando

Cruzo entonces una delgada línea

Entre el tiempo y su ausencia

Entre la realidad y la utopía

Entre la cordura y la demencia

Salgo del mundo de las opciones

Y entro en el mundo de las decisiones

Salgo de la muerte y entro en la vida

Acepto las alas y renuncio a la caída

Vivo mi día como un epílogo

Porque quien sabe, tal vez lo sea

Tal vez mañana cambie de idea

Y acepte quedarme en el vestíbulo.

Andrés Ruiz H.